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Productividad

¿Muy caliente o muy frío? La temperatura de su oficina es más importante de lo que piensa

Antes de buscar el termostato, tenga en cuenta que la temperatura de oficina óptima varía según la tarea que se esté realizando, asegura Matt Burgess

 

Es un tema que calienta a cualquiera, si me disculpan el juego de palabras. Cuando se trata de discusiones en el lugar de trabajo, la temperatura siempre aparece, así como la iluminación, la acústica y la calidad del aire. “Esto tiene un amplio impacto en la satisfacción de los empleados”, afirma la experta en planeación y sustentabilidad Megan Nollman.

Eso se debe en parte a que la temperatura en la oficina puede variar de una forma más irregular que casi todos los demás factores del entorno. Abrir una ventana en el extremo soleado de un espacio abierto puede ser ideal para las personas que se sientan cerca de ahí; sin embargo, esto puede perturbar por completo a los empleados que se sientan al otro lado de la habitación.

Además, nuestra percepción de una temperatura "agradable" se ve influenciada por diversos factores, entre los que se encuentran nuestra edad, estado físico e incluso nuestros niveles de estrés, lo que significa que no es probable que usted y sus colegas se pongan de acuerdo en lo que es agradable.

Pero, ¿por qué esto es importante? Una investigación(1) descubrió que las temperaturas demasiado calurosas pueden causar dolores de cabeza, disminuir la concentración y, en circunstancias extremas, provocar náuseas y vómito, mientras que las temperaturas bajas pueden aumentar la presión sanguínea y provocar el desarrollo de enfermedades.

No solo eso, la temperatura de una oficina puede tener un impacto mucho mayor en la comodidad o el bienestar que nos hace sentir: también está vinculada con la productividad. Una investigación realizada por el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley(2) señaló que el rendimiento en las tareas puede aumentar cuando la temperatura se encuentra entre 21 y 22°C y que comienza a disminuir con una temperatura mayor o menor. Nollman añade que algunos estudios muestran una disminución del 16 % en la productividad de oficinas donde la temperatura es superior a 25.4 °C.

El calor de la ciudad

Este no es un problema que desaparezca, en especial si consideramos el impacto potencial del calentamiento global del planeta en el futuro. Un estudio(3) sugirió que el Sudeste Asiático, la América Central y Andina y el Caribe podrían experimentar bajas de hasta el 27 % en la productividad hacia el 2080 debido al aumento de las temperaturas.

Las ciudades se verán particularmente afectadas. “Los edificios de oficinas son muy vulnerables al sobrecalentamiento debido al incremento del calor interno”, afirma Hélia Costa, una becaria de investigación en la Toulouse School of Economics. La enorme cantidad de concreto, asfalto y aire acondicionado, además de la falta de vegetación que haga sombra en los entornos urbanos, contribuye a que las oficinas en las ciudades se vuelvan más calientes que aquellas ubicadas en áreas más rurales. Este fenómeno es conocido como isla de calor: las ciudades se vuelven más calientes que las zonas alejadas, especialmente en las noches(4).

Un puñado de chiles rojos en un fondo azul

Estudios muestran que hay una disminución del 16 % en la productividad de oficinas donde la temperatura es superior a 25.4°C.

 

Tomar el control

¿Qué pueden hacer las empresas para asegurarse de que sus oficinistas estén cómodos y contentos? Nollman afirma que los gerentes de oficinas deberían ceder el control del termostato. “La capacidad de ajustar la temperatura en el espacio de trabajo personal solo 3 °C más arriba o abajo tiene un impacto en la productividad y satisfacción de los empleados”, comenta.

Aunque la idea puede parecer contradictoria, parece que dar a los empleados el control del medidor de temperatura también les da una sensación de independencia. Después de todo, nadie desea que un desconocido enfríe o caliente su lugar de trabajo desde otro piso en la oficina.

Sin embargo, Nolland advierte que se debe tener cuidado de no dar demasiada libertad. “Recomiendo que se tengan límites máximos y mínimos definidos”, explica, ya que sugiere que la temperatura no debe ser superior a los 25 °C y ni estar muy por debajo de los 20 °C.

Louise Suckley, una conferencista sobre estrategias y empresas en la Universidad de Sheffield Hallam, recomienda que los empleadores otorguen cierto grado de control personal a los trabajadores al permitirles laborar en diferentes áreas del espacio de trabajo según su comodidad térmica. “Sería bueno brindar una variedad de ‘zonas’ con diferentes temperaturas en el espacio de trabajo y una cultura organizacional que fomente esta flexibilidad”, afirma. Además, se pueden instalar diversos tipos de muebles en estos espacios para que hagan juego con el perfil de temperatura.

Encontrar un equilibrio

Helier Costa les recuerda a los trabajadores que hay varias acciones que pueden tomar para mejorar su propia comodidad térmica. Entre ellas se incluye tomar más agua para estar hidratados a medida que las temperaturas aumentan, usar ropa más fresca cuando sea necesario y tomar descansos durante el día. Para que esto sea efectivo, los empleados deben recibir más información sobre los beneficios de sus propias acciones, añade.

La investigación de Costa había sugerido previamente que las oficinas de Londres podrían beneficiarse al tener una jornada laboral que abarcara de las 07:00 a las 11:00, tomar un largo descanso a mitad del día y después volver a trabajar de las 17:00 a las 20:00.

Tal vez sea importante recordar que diferentes temperaturas pueden ser adecuadas para ciertos tipos de trabajos. “Las temperaturas ligeramente más cálidas pueden ayudar en tareas que requieren la resolución de problemas y pensar creativamente”, afirma Megan Nolland. En varias pruebas(5), los investigadores han descubierto que las personas eran más creativas cuando la temperatura en el termostato subía.

Mientras tanto, “las temperaturas ligeramente más bajas pueden tener un impacto positivo en el rendimiento de deberes repetitivos u orientados a tareas”, añade Nollman. Estudios(6) descubrieron que el cuerpo se mantiene ligeramente más alerta cuando las temperaturas son más frías. Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Facebook, informó(7) mantener las temperaturas de las salas de juntas en 15 °C para que las personas se mantuvieran concentradas.

¿Las personas piensan mejor con la cabeza fría? ¿O esto hará que la multitud enardezca? Quizá es hora de dejar que la temperatura haga la prueba…

 


Matt Burgess es un periodista y escritor galardonado británico que trabaja para la revista Wired en Reino Unido

Fuentes:

(1) http://www.oulu.fi/sites/default/files/content/Ikaheimo_TM_Temperature_and_human_health_28102014.pdf

(2) https://indoor.lbl.gov/sites/all/files/lbnl-60946.pdf

(3) https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/19338240903352776

(4) http://www.lse.ac.uk/GranthamInstitute/news/heat-waves-productivity-and-the-urban-economy-what-are-the-costs/

(5) https://www.researchgate.net/publication/285320928_Creative_thinking_as_the_dependent_
variable_in_six_environmental_experiments_A_review

(6) https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0360132309000985

(7) https://www.bbc.co.uk/news/av/business-21767297/what-s-the-best-office-temperature